Como una bestia encendida
rondo la noche de un lado a otro
olfateo el aire oscuro de un rastro invisible
busco un olor que me oriente
un aroma que delate tu presencia
una sombra que erize mis instintos
que me retorne por los caminos secretos
del imaginario perdido
en un viaje sin boleto.
Ensangrentada el hocico de olfatear miserias,
los cartílagos abiertos,
supurando heridas.
Resoplo mi respiración agitada,
cansada,
mojada
salpicada de saliva
Y no hallo lo que busco
y no busco,
el deseo hecho nada
Convertida en humo
hueca,
zarpada el alma,
VACÍA
Trepando de cerro en cerro
vuelvo gimiendo caricias rotas
lamiendo llagas abiertas
saboreando mistelas viejas
envenenadas en el tiempo de espera
No me arrepiento de ser el sonido del viento
augurando males
en las noches de tormentas
soplando el gélido aire de la soledad mortecina
aullando a la noche sin luna
atracando a la muerte en el puerto difunto
de este mar muerto
pesado,
...negro
......profundo....
Liliana Tavío Aguilar@Mayo 2012
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