Me duelen los labios de morderme tu ausencia
enjaulada en este cuerpo que frena los instintos del alma
merodeo la locura de buscar placeres
donde no se pueden obtener.
Rasgo la tela de este cielo plomizo
con mis manos resecas de impotencia
clamando una mirada a las alturas
en un intento de sentirme a mi misma
y romper este molde encorsetado que me asfixia
Comprender que danzo
la danza maldita de los exiliados de la cordura,
cada vez que murmuro tu recuerdo.
Sentir estallar en mi centro
el inocuo grito de los paridos
sin angeles que custodien sus pasos,
haber llegado sin lugar de partida
a una tierra equivocada
desterrados de un paraiso ficticio
con las sensaciones atormentadas
escapando entre los dedos.
Huir de donde no se puede,
Atrapada en los sentimientos proscritos
que muertos antes de nacer
me indican
que no he de poder,
sencillamente,... no he de poder.
Liliana Tavío Aguilar@Mayo 2012
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