No importa
eres un pretexto para sincerarme sin ser vista.
Cuatro martinis me separan del sentimiento que no expreso
anestesian mi estar en ningún lado y soportarlo
hay un broche que no puedo abrir
para mirar adentro de esta piel
y descubrir de qué estoy hecha.
Me rindo,
lo admito,
sé que volveré más adelante,
mi ciclo está inconcluso,
no sé cuanto habré avanzado
cuando todo esto acabe.
Me resigno,
me entrego a la desesperanza de saberrme perdida
en un mundo que me festeja sin saber mi cumpleaños,
y yo no quiero eso,
miradas huecas,
intenciones vacías,
manos frías.
Camino o me caminan,
sumisa,
con los grilletes al cuello
esclava de un señor
sin rostro
que ostenta la dirección de mis pasos,
y me ofrezco entera sin mirarle a los ojos
palpita la sangre entre mis piernas,
se abren mis poros hacia el cielo,
esperando recibir su lluvia lasciva
para sucumbir al sacrificio de la carne
y calmar la furia de ese dios pagano
y calmar su deseo
que se transforma en el mío
y así pagar tributo por un tiempo más de espera
Ya no muero,
estoy muerta,
se clavan como cuchillos en mi garganta
los gritos que no he parido
y me desgüellan el alma,
que pobre,
incomprendida
y abandonada
se apaga
sin ser vista
en la tierra de los ciegos.
Liliana Tavio Aguilar@Mayo 2012
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