Noche
de puñales altivos
Rasgan
la oscuridad de mi alma
Tan
penosa, tan callada
Tan
solapada a mi espalda
Un
rastro de salitre muerto
Dibuja
las mejillas de un cadáver
A quién
nadie reclamó su ausencia
Lo
estranguló el tiempo
Lo mató
la desidia
Fue
víctima de su propia ignominia
Y así
fue hallado en el fondo de si mismo
Roído
en las entrañas
Vencido
por la furia de sus contradicciones
Inconfesable
sentimiento
donde
el amor y el odio se tornan compañeros
Retó a
los ojos de la muerte
Le
escupió su arrogancia a la vida
Y así
pagó tanta osadía
Porque
la dualidad tiene precio
Liliana Tavío
Aguilar© Julio 2013
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