El
fluir de la sangre no se detiene aunque el corazón se pare, el caudal de mis
venas, torrente en que la vida perpetúa su existencia.
Soy un
eslabón más de esta estirpe mía, el fruto del aromático azahar, le delicadeza
de la flor sujeta a una rama poderosa y preparada para cualquier contienda con
espinas camufladas para asegurar la especie.
Y de
ahí ,tú, mi brote, creces abriéndote paso por la senda de la vida, a plena luz,
en la de la noche y en la del día, bajo el sol y las estrellas, pero siempre
siendo tú. Mi pequeña que ha dejado de serlo por conquista propia, mi
niña-mujer que devora el mundo en cada segundo que lo respira. Todo lo quiere
ser, porque se cree capaz de hacerlo todo, cree que el mundo le pertenece, a
ella y a los que como ella, miran con ojos hambrientos todas las posibilidades
que tiene, apartando a un lado las limitaciones que cortan las alas antes de
probar a extenderlas…Ahh..yo quiero la madurez de tu ingenuidad, la prestancia
de tu existencia, tu poder de reivindicar la justicia sin cuestionarte que
debas reivindicarla, mañana..tus quince años festejarán el momento más sublime
de mi vida, tu primer llanto ensangrentado sobre mi pecho desnudo, el éxtasis
sublimado del dolor de mis entrañas y la primera bocanada de aire que llegó a
tu ser, respirado por ti misma, ya, sin necesidad de mi y sin embargo el
instante en que la eterna dualidad que siempre se cierne sobre el ser humano, te
hiciera más mía que nunca.
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