"Decir"sentimientos


A veces se hacen pocas las palabras cuando se quieren “decir”sentimientos, y no se abarca todo ese universo que se quiere y se necesita expresar; otras veces no se puede exorcizar las emociones que nos estrangulan el alma , y a solas, en el acto más íntimo que una puede tener consigo misma, cuando la poesía adquiere ese matiz de eterna confidente, y su verbo es el tuyo, ahí se queda plasmado, compartido con el mundo lo que somos, la poesía se hace voz, nos desnuda y nos devuelve a nuestros orígenes eternos, al corazón del universo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

ERA ELLA

No sé, quisiera tener un nombre para ella, tal vez eso facilitaría las cosas, podría identificar de quién se trata, y justificar, justificarla y justificarme.
Irrumpió en mi vida hace algunos años, cuando el cansancio de la rutina de no llegar a ningún lado empezó a hacer mella en el camino. No habían metas trazadas, solo un caminar, y ese objetivo ya era suficiente, o así lo creía.
Un buen día tras otra discusión violenta con Manuel,  al mirarme al espejo, no me reconocí, no era yo quién se asomaba a mis ojos, una mujer ajena a mi, me miraba con gesto impreciso. Desafiante, sin llegar a resultar amenazadora, inquieta pero sin prisas ni ansiedades, me interrogaba, me cuestionaba, me juzgaba con la mirada.
En algún lugar dentro de mi habían surgido unos sentimientos largamente amordazados por los años que ya no querían seguir siendolos, y ella los encontró, los tomó prestados y se vistió con ellos.
Yo acepté el reto que suponía al hacerlo.
Ese día salí a la calle y todo lucía de una manera distinta, me desbordó un entusiasmo inusual, el mundo tenía otros tintes, desde la mirada de la niña que me sonreía al cruzarse a mi paso, al gato en lo alto de un muro que se lamía o los mirlos pisoteando la hojarasca en los jardines del parque, todo tenía sentido porque yo lo miraba y porque ella existía.
En ese estado del ser, me di cuenta que no debía esforzarme demasiado para capturar los instantes, era consciente de ipso facto de todo lo que acontecía a mi alrededor, los sonidos, las imágenes, los olores,…pero con la misma fluidez e intensidad también afloraban los  instintos. Unos instintos que me llevaban a transgredir fronteras.
Si alguien llamaba mi atención, le miraba sin el menor reparo,  hasta que la insistencia desembocaba en una situación embarazosa de la que a duras pena llegaba a salir, y terminaba encontrándome en el coche o en el piso de un desconocido. Cuando esto ocurría, yo volvía a casa en medio de una tempestad incontrolable de dudas, remordimientos, sensaciones enfrentadas, horrorizada y apuntalada desde las entrañas hasta mi conciencia , intentando encontrar explicación a lo que no tenía.
Era ella, no cabía duda, era ella, terrenal, visceral y vívida, sin prejuicios, sin domesticar, desnuda, esencia misma, con sus zapatos de tacón, su ropaje llamativo, su maquillaje, y el exhalar lascivo de un cigarro, apoderándose de mi vida, y yo, sin oponer resistencia.
Regresar a casa tras sus andanzas, me suponía un enfrentamiento angustioso frente al espejo, cada una a un lado, frente a frente, intercambiando quejas y reproches, batallas que siempre terminaban siendo ganadas por ella con argumentos convincentes, esa eres tú – me decía -, esa también eres tú.
Un día, acordó consigo misma, sin tenerme en cuenta, comprobar el alcance de sus impulsos, y concertó una cita con una persona que conoció en un Chat de contactos a ciegas, para verse en un bar de carretera. Llevaba unos minutos esperando en la barra mientras tomaba una copa, cuando se le acercó un hombre corpulento con aspecto infantil que respondía a la descripción que le había dado por internet, amable y educado, la convidó a tomar una copa más, antes de sugerirle marchar a otro lugar. Luego de una conversación amena, averiguando aspectos de la vida de cada uno, y justificando historias que sostuvieran dicho encuentro, salieron juntos de aquel antro mientras decidían a dónde dirigirse. Se subieron en su coche y optaron por parar cuando encontraran  una zona poco transitada, todo lo que aconteció entonces dentro del auto, fue digno de un relato de Domina Zara, la iniciaría a ella en un submundo dentro de mi propia vida y a mi, en solo una anécdota de la misma.

Liliana Tavío Aguilar©Septiembre 2013

2 comentarios:

  1. Maravillosa narrativa y excelente historia, me encanta, te felicito por tus bellas letras, un abrazo.

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    1. Muchas gracias Loly, un placer que dejes tu firma por acá también...

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