Voy
tocando puertas en el silencio de la noche,
murmullos
de un pasado ignorado
me
llaman por un nombre que no conozco,
detengo
el paso por momentos,
pero el
temor acecha para amordazar mi garganta,
Un
ángel visita los páramos del limbo
su
tristeza me conmueve
y le
acompaño en su caminar
que no
es otro que el mío.
No
quiero levitar
y
camino descalza sobre los cristales
del dolor
enmudecido.
Sangra
la Tierra, sangran sus hijos
Abre
sus entrañas al huracán del cielo
Se entrega
palpitante, desvanecida ,
deseando
ser saqueada para empezar de nuevo
Ofrece
sus caderas al viento
Entre
la bravura del mar
y la
arena del desierto
entre
los árboles caídos
y los
animales muertos.
Sacude
sus pústulas ulcerosas
Entre
el espacio y el tiempo
Pero no
logra olvidar
el
origen divino de su alumbramiento
Y pare
vida tras cada contienda
Y
respeta el turno de la muerte
cuando
toca,
Y
nazco,
Y muero
Y no me
arrepiento
Aunque
no recuerde de dónde vengo
Ni se
esclarezcan las dudas
De
este,
nuestro
futuro incierto
Liliana Tavío Aguilar ©Junio 2013
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