Caminamos con el saco a cuestas del olvido
aligerando su carga
cuando la experiencia demanda haber existido.
Y lo abrimos,
y sacamos de a uno los recuerdos,
Éste,
me sirvió para recordar tu sonrisa
Este otro,
para recordar tu llanto en una despedida
Aquí está,
éste,
que me hizo entender
que amarte y no hacerlo
eran la cara y la cruz de la misma moneda.
Acá,
está éste,
el que me dice cada vez que le veo
que los días grises y los de luz
se suceden cíclicamente
sin que yo pueda hacer nada
para detener ese proceso,
pero que de mí depende
que convierta en una fiesta un día de lluvia
o en arrasadora tormenta una iluminada mañana.
Mira,
en éste,
la música del arrullo del silencio,
donde el sueño armonioso de tu alma me pertenecía.
Y aquí está también,
el baile de tu rabo
recordándome la simpleza de la felicidad
en el hecho de mirarte.
Hoy solo quiero aligerar el olvido
con los recuerdos del alma
recordar durante el día que al final de la noche
tu calor calmará mis heridas
y que me han bendecido los dioses
regalándote en mi vida.
Liliana Tavío
Aguilar©2013
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