Quien puebla
los sentidos que transpira mi piel
cuando la
locura asalta el pentagrama de la tarde
vistiéndola
de etiqueta para aguardar la noche,
fiel
alcahueta de un amor sin nombre ni estrella ganada.
Quien puebla
los sentidos adormecidos,
en el vaivén
de los años que miran sin arriesgar nada,
la paz
de los días acompañados,
preparando
en la misma noche
la
bienvenida en el calor del hogar,
a la
quietud de la dicha creada,
sin
sobresalto,
sin
lluvia torrencial
sin
viento que acontezca,
sin
nada.
No hay
sosiego que redima la dualidad
que
conforma la llegada de la noche
La imaginación
que se escapa por la ventana
viviendo
el último acorde
de la
banda sonora de Memorias de África
al tiempo
que el ulular de un búho en el tejado
te devuelve
a la realidad de tu existir.
Y mientras
en el espacio sin cuantificar,
las imágenes
engendran sentimientos indefensos,
inermes
de verdades inventadas,
y se
deslizan las manos sin identidad
en la
oscuridad pagana
que se
cierra en esa espiral deseada en el centro de mi misma,
para
saborear la noche en sorbos íntimos de vino dulce
que me
lleven el borde de su boca fantaseada.
Y mientras
en el espacio sin cuantificar,
la caricia derramada inunda los segundos de un
tiempo acunado
en la
melodía de las olas constantes
que
hasta mi orilla regresan cada tarde
conformando
la silueta de la playa,
donde
habito mi existencia.
No
existe ideario que ponga nombre o fin al sentimiento
No existe
doctrina que adoctrine el aire
Ni puertas
que cancelen el viento
Ni fuego
que apague el agua del mar
Sin
embargo cada tarde espero con ansias que igualmente
las olas
lleguen hasta mi playa para adormecer mis sentidos
y devolverme
la paz y el equilibrio.
Liliana Tavío Aguilar©Febrero 2013
La dualidad entre la realida y el sueño. Y quizás la necesidad de deslindar sus espacios sin que se toquen, y eso en si mismo ya es tormento y dolor. me gusta leer tus introdpecciones, que tienes la habilida de expresarlas tan perfectamente. un beso.
ResponderEliminarMe alegro que te gusten porque son eso, introspecciones con algún fin que nunca consigo...gracias por venir.
EliminarEstoy mirando cómo la noche abraza a un pueblo, ahora mismo. Son la una y cincuenta y nueve de la madrugada exactamente y lucho contra ese otro ser que conforma mi yo. Y no sé si soy yo o soy el otro, en ese desdoblamiento que mi esquizofrenia nocturna confunde. No sé si soy yo el que vuela a través de la ventana en busca de sueños, o es el que sueña en la quietud de la cama el que realmente vive. Como ves, mi esquizofrenia es aguda, pero es que estas horas son las horas en las que los sentimientos se adhieren a la yema de mis dedos, que quisieran acariciar; a mis labios, que quisieran besar; a mis ojos, que quisieran dormir.
ResponderEliminarDespués de releer esto que he escrito dudo de si mi esquizofrenia es real, pero no quiero borrarlo porque ha sido mi breve momento de acompañarte en la noche. Un beso.
Bienvenido en la esquizofrenia de tu noche, a veces , después de leerte y releer mi poema, me parece llegar a una conclusión simplista pero no por ello fácil de seguir, y es que tal vez la esquizofrenia acabaría si nos diéramos la posibilidad de admitir que somos ambos "yo", el que sueña y el que yace en la cama soñando, pero para ello, es necesario darle alas al soñador y dejarle vivir sus sueños, al menos de vez en cuando, y dejar que el otro, siga siendo el anclaje de esa realidad que merecidamente nos hemos construido, porque sin sueños tampoco la hubiésemos alcanzado, lo que tenemos es el fruto de sueños de antaño, pero ahora hay otros, no menos nobles que aquellos que nos ayudaron a construir lo que ahora tenemos. Un beso Benjamín, cuánto me gratifica verte por aquí, y a esas horas intempestivas que te llevaron hasta mi mundo
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